Saboreo
¿Qué es el Saboreo?
El saboreo es una capacidad, que puede aprenderse y entrenarse, que consiste en centrarse en los sucesos positivos que ocurren en el pasado, en el presente y en el futuro. Así, existen tres componentes del saboreo: saboreo mediante anticipación o de condiciones futuras; mediante reminiscencia, o del pasado; y saboreo del momento presente (Bryant, 2003).
Nuestro protocolo de intervención hace uso de la intervención en saboreo mediante el saboreo sobre el momento presente: la capacidad de centrarse en los momentos positivos que ocurren “en tiempo real”, “aquí y ahora”; la capacidad de concentrar el foco atencional en aspectos y actividades agradables que estén formen parte de experiencias emocionales en curso. Ejercitar el saboreo sobre una experiencia actual puede implicar (Bryant y Veroff, 2007) dirigir el foco de atención hacia el entorno, hacia el mundo, siendo la resultante una experiencia emocional positiva con un objeto externo; o tomar como fuente de esa vivencia el propio individuo, la propia persona, con todos sus rasgos de personalidad, características cognitivas, comportamientos, deseos, metas, y un largo etcétera. Sea el referente del saboreo un acontecimiento externo o un estado interno, el saborear significa experimentar más disfrute de las pequeñas cosas que se viven todos los días y prolongar la duración de la experiencia emotiva.
¿Qué marco teórico tomamos como referencia?
Para entrenar al grupo de integrantes del taller en la práctica del Saboreo se siguen principalmente una fuente: el libro “Savoring: A new model of positive experience”, de F.B. Bryant y J. Veroff. (Bryant y Veroff, 2007).
Junto a las estrategias y condiciones propuestas en aquel sobre el saboreo, se complementa la información con resultados de artículos e investigaciones más recientes.
El saboreo como respuesta alternativa a las preocupaciones excesivas.
Uno de los pensamientos más distractores e incompatibles
con el ejercicio del saboreo es la presencia en las personas de una
preocupación sobre aspectos problemáticos del día a día. La preocupación se
basa en un pensamiento repetitivo (Chambers et al., 2008) y frecuente sobre uno
mismo y su mundo (Segerstrom et al., 2003) que puede producir respuestas no
adaptativas como ansiedad o disfunción inmune (Segerstrom et al, 1998; Watkins,
2008). Por otro lado, se ha demostrado que las personas que son capaces de generar anticipaciones de cambios
placenteros en su estado emocional (que
persiguen una motivación basada en
conseguir un éxito) mientras realizan una tarea desafiante experimentan
afectos positivos y satisfacción, además de mejorar su ejecución al resolver
tareas. Y, al contrario: personas que, al realizar tareas desafiantes y con cierta incertidumbre,
anticipan cambios displacenteros en su estado de ánimo (persiguen una motivación basada en evitar el fracaso)
experimentan preocupaciones tras ello, además de empeorar su ejecución al
realizar esa tarea desafiante (Bjørnebekk, Gjesme y Ulriksen,
2011).
Nuestro manual de intervención propone un ejercicio diario para planificar
un tiempo al día, breve, reservado para la proposición de soluciones para los
problemas diarios que existan; un tiempo al día de preocupación constructiva,
que, una vez cumplido, liberará recursos del foco atencional, permitiendo
dedicarlos a actividades de saboreo. Debe proponerse como un horario personalizado, planteando primero un ejemplo de horario para
la preocupación constructiva (como: “diez minutos al día, desde las cinco y
media de la tarde hasta las seis menos veinte”), dirigiendo después a escoger un tiempo del día a esta actividad.