Dos métodos para decrementar preocupaciones en ejercicios de Saboreo.
¿Qué es una preocupación en el sentido clínico?
La preocupación se basa en un pensamiento repetitivo (Chambers et al., 2008) y frecuente sobre uno mismo y su mundo (Segerstrom et al., 2003) que puede producir respuestas no adaptativas como ansiedad o disfunción inmune (Segerstrom et al, 1998; Watkins, 2008).

En los sucesos diarios de nuestra vida existen un conjunto de demandas, de responsabilidades y de incentivos sociales que componen el mundo que habitamos. Estas obligaciones diarias son de necesario cumplimiento y de fundamental importancia, y no existen en nuestro interior “interruptores de encendido o apagado” de metas ordinarias que podamos manipular. Tampoco es necesario que existan, ya que no es menester interrumpir o impedir la ocurrencia de preocupaciones sobre problemas y cuestiones de la vida ordinaria. Sí es fundamental comprender, sin embargo, que los recursos atencionales propios suponen una serie de recursos finitos; recursos que pueden gestionarse para optimizar la experiencia emocional (Linville y Fischer, 1991). En este sentido, una preocupación supone una secuencia negativa de pensamientos ciertamente incontrolables (Borkovec, 1994) cuyo contenido fundamental se basa en problemas de presión cotidiana, que actúa como verdadero antagonista de la capacidad de saboreo. ¿Por qué? Las preocupaciones se caracterizan por colmar la capacidad de atención, y por ello van a reducir la habilidad personal para el saboreo de experiencias agradables cotidianas.
Primer método: Planificación de unos minutos al día para las preocupaciones: tiempo diario para la preocupación constructiva.
Se ha demostrado que las personas que son capaces de generar anticipaciones de cambios placenteros en su estado emocional (que persiguen una motivación basada en conseguir un éxito) mientras realizan una tarea desafiante experimentan afectos positivos y satisfacción, además de mejorar su ejecución al resolver tareas. Y, al contrario: personas que, al realizar tareas desafiantes y con cierta incertidumbre, anticipan cambios displacenteros en su estado de ánimo (persiguen una motivación basada en evitar el fracaso) experimentan preocupaciones tras ello, además de empeorar su ejecución al realizar esa tarea desafiante (Bjørnebekk, Gjesme y Ulriksen, 2011).
Se propone este ejercicio para planificar un tiempo al día, breve, reservado para la proposición de soluciones para los problemas diarios que existan; un tiempo al día de preocupación constructiva, que, una vez cumplido, liberará recursos del foco atencional, permitiendo dedicarlos a actividades de saboreo, por ejemplo. Se propone un horario personalizado, planteando primero un ejemplo de horario para la preocupación constructiva (como: “diez minutos al día, desde las cinco y media de la tarde hasta las seis menos veinte”). Es fundamental que:
- Cuando finalice el tiempo establecido de preocupación constructiva, hayamos llegado o no a una solución, se acabó el tiempo de las preocupaciones.
- Los siguientes minutos serán para hacer lo que queramos, pero no para preocuparnos.

Segundo método: elección racional y comprensión de la inutilidad de las preocupaciones.
La demostración más idónea de la inutilidad de una preocupación excesiva puede visualizarse reflexionado con la mayor profundidad posible sobre las siguientes cuestiones. Es muy interesante realizar el ejercicio individual de contestar a estas cuestiones de forma escrita, detallando experiencias personales.
¿Cuánto más se preocupa uno por algo, mejor va a solucionarlo?,
¿Pensar en un problema previene su ocurrencia?,
¿No saber qué puede ocurrir (tolerancia a la incertidumbre) es algo normal? ¿Le ocurre a todo el mundo?,
Preocuparnos activa nuestro organismo: ¿es esto algo útil siempre?
Al experimentar preocupación, ¿he afrontado antes ese problema?
Este breve debate va a permitir concluir que la preocupación sobre catástrofes remotamente posibles que puedan venir no nos previene contra nada; al contrario.
Una segunda forma de motivar el abandono de preocupaciones rumiantes es proponer la elección racional que sugiere Ellis (Ellis, 1999). Así, se puede plantear la necesidad de tomar una elección racional:
Si uno quiere experimentar bienestar con su vida y su existencia, entonces uno debe conducir toda su atención, su energía y su compromiso personal a perseguir ese bienestar, y no dedicar su atención a preocupaciones sobre posibles catástrofes; catástrofes que, además, la preocupación no sirve para prevenir.
0 Response to "Dos métodos para decrementar preocupaciones en ejercicios de Saboreo."
Publicar un comentario